Un efecto que provocan los impuestos es conocido como la difusión, veamos que genera este efecto:
Es un fenómeno general que se manifiesta por las lentas, sucesivas y fluctuantes modificaciones en los precios, en el consumo y en el ahorro.
Los impuestos en conjunto tienen un efecto real y cierto en la economía de los particulares.
Veamos algunos ejemplos:
Impuestos directos: ahorramos menos por pagar la renta.
Impuestos indirectos: inciden en el precio final de los productos: se puede consumir menos.
La difusión del impuesto es entonces el movimiento de extensión que realizan las contribuciones, uniéndose al precio de las cosas y de los servicios.
El industrial de cualquier clase a quien se exige un impuesto le computa entre sus gastos de producción, y trata de reintegrarse, cargándolo sobre el consumidor de sus artículos. Las leyes de este hecho económico no son bien conocidas todavía; sólo hay una que se percibe claramente: la difusión del impuesto está subordinada a la relación en que se hallan la oferta y la demanda para cada industria. El productor logrará arrojar sobre los consumidores el pago de los tributos si su interés es el que prevalece en el mercado, y tendrá que satisfacerlos por sí mismo cuando las circunstancias sean favorables al consumidor. Una contribución de inquilinatos, por ejemplo, afectará principalmente a los arrendatarios si las viviendas escasean; será pagada por los propietarios si las casas abundan, y se repartirá entre unos y otros cuando exista el equilibrio.
La difusión obliga a distinguir el anticipo y el pago del impuesto, porque el verdadero contribuyente no es el que satisface la cuota, sino aquél sobre quien recae en definitiva. La acción de ese principio desnaturaliza los impuestos y debe tomarse como punto de partida para hacer la reforma de los actuales sistemas tributarios.
Los elevados impuestos que financian sectores públicos de gran magnitud suelen afectar negativamente al ahorro y, en consecuencia, a la inversión y al crecimiento. Al igual que los impuestos sobre las rentas del trabajo desincentivan el empleo, los impuestos sobre el ahorro tienden a desincentivar éste y a estimular el consumo. Especialmente los impuestos sobre las sociedades, aunque también otros impuestos sobre las rentas del capital, son probablemente la causa de una disminución del ahorro privado en la medida en que reducen su rendimiento neto.