La liquidez monetaria representa la cualidad de los activos de las organizaciones para ser convertidos en dinero efectivo de forma inmediata sin pérdida significativa de su valor. De tal manera que cuanto más fácil es convertir un activo en dinero se dice que es más líquido.
En el ámbito de las empresas el análisis financiero el que permite calcular el grado de liquidez, que siempre habrá de guardar una estrecha relación con su cifra de deudas a corto plazo. El ratio de “liquidez inmediata” calculado como Tesorería / Pasivo Circulante es una medida sencilla de poner en relación el efectivo de la empresa con las deudas cuyo pago habrá de acometer a lo largo del siguiente año.
A modo ejemplo, un activo muy líquido podría ser un depósito en un banco cuyo titular en cualquier momento puede acudir a la entidad y retirar el mismo o incluso también hacerlo a través de un cajero automático. Por el contrario un bien o activo poco líquido puede ser un inmueble en el que desde que se toma la decisión de venderlo o transformarlo en dinero hasta que efectivamente se obtiene el dinero por su venta puede haber transcurrido un tiempo prolongado.
La característica esencial de un mercado líquido es que en todo momento hay dispuestos compradores y vendedores.
Un error frecuente es el de incluir de forma implícita el concepto de liquidez bursátil dentro del de liquidez monetaria, o pensar que funcionan de la misma manera. La bursátil se refiere a la habilidad de un mercado de absorber cantidades razonables de acciones por la compra y por la venta sin incurrir en cambios drásticos en los precios de los valores.