Cuando nos referimos a los activos que posee una organización, debemos hacer diferenciación entre los distintos tipos que existen. Entonces pues, nos encontramos con tipos de activos fijos, circulantes y otros activos.
Los activos fijos son aquellos que se mantienen durante más de un año y se utilizan para llevar a cabo la actividad de la empresa. Los terrenos, edificios, equipos, muebles, y maquinaria son ejemplos de activos fijos. Cuando se compra un activo fijo, todos los costos incurridos para su adquisición e instalación se cargan a la cuenta de activos fijos. Los gastos que se relacionan con los terrenos se pueden cargar tanto a “terrenos”, a “mejoras de terrenos” o a “inmuebles”, dependiendo de lo permanentes que sean y de cuánto tiempo se espera que duren.
Existen una clasificación tripartita para estos activos:
- Equipo y Maquinaria: maquinarias, edificios, muebles y enseres, vehículos, activos sujetos a depreciación porque son activos con vida limitada.
- Recursos naturales: los cuales son los que están sujetos a extinción del recurso o que se encuentran en agotamiento.
- Terrenos: son los bienes que no están sujetos a depreciación ni a agotamiento.
De acuerdo con los principios de contabilidad generalmente aceptados, el activo fijo debe ser contabilizado a su costo y ser incluido como activo de la empresa en su fecha de compra. El costo original del activo fijo incluye su precio de compra más todos aquellos importes razonables y necesarios que se pagaron para tenerlo listo para su propósito de uso